El día que descubrí que esperaba mi primer hijo algo sucedió dentro de mí.  Cuando sentí que crecía vida en mis entrañas, la vida dejó de ser mía. Un interruptor mágico se encendió, y mi bebé se convirtió en el centro de mi existencia.

El amor y dedicación que sentí por este ser desconocido fueron instantáneos. A lo que me refiero es el vínculo de madre-hijo, un vínculo tan mágico que lo trasciende todo.

En ese momento de mi vida, no quería ser madre. Mi prioridad estaba enfocada en el trabajo y el éxito. Especialmente construyendo mi empresa Embanet, que se había convertido en el eje de mi vida.

Pero iba a ser “madre” y esa palabra cambió mi vida.

Las cosas que una vez me definieron ya no importaban. Ni el éxito ni la riqueza podría acercarse a la gratitud que sentí cuando supe que iba a ser mamá.

Transcendiendo, el significado de la vida

Ser madre define mi vida. Sí, soy mujer, amiga, hija, amante, socia de negocios, pero sobre todo, ¡Soy Madre!

Dicen que en el vientre materno un niño puede recordar el ritmo cardíaco y la voz de su madre. Al nacer, cuando pones a un niño en el pecho de su madre, él se apacigua con el latido de su corazón.

Del mismo modo, si pones al bebé en el pecho de otra persona, como el padre, el niño puede llorar y no sentir consuelo. Al regresar el bebé al pecho de mamá su calma es extraordinaria.

Algunas personas incluso creen que hay una cuerda energética que ata al niño a la madre. No importa lo que los separa, ese lazo les une siempre.

Por ejemplo, algunos niños adoptados al nacer, crecen a menudo sintiendo que les falta algo.

El cordón mágico formado en el útero desafía los límites del tiempo y el espacio. Y aunque puede ser empíricamente difícil de probar, es demasiado convincente negarlo.

Mis hijas y yo nos reímos, comemos, nos gusta y nos asustamos por las mismas cosas. Mis hijas lloran cuando yo lloro, y yo lloro cuando ellas lloran. Tenemos una conexión energética que es evidente todos los días de mi vida.

Lamentablemente, este vínculo mágico madre-hijo no fue la historia de mi infancia.

Mi historia

Crecí en Corinto, Nicaragua y mis jóvenes padres no estaban listos para las dificultades de tener una familia. Mi padre seguía asistiendo a la Facultad de Medicina.

Como resultado, mi madre no tuvo más remedio que dejarme en casa para trabajar y ayudar mantener nuestro hogar.

El vínculo y el lazo energético con mi madre fueron interrumpidos. En mi caso, el apego que un niño necesita con su madre nunca se formó.

En cambio, mi nana María Isabel, se convirtió con todos los sentidos y propósitos, en mi madre.

Formé un fuerte vínculo con mi padre, mi abuela que vivía en nuestra casa y por supuesto con María Isabel.

La única relación que necesitaba con mi cordón mágico no se formó. De hecho, durante los primeros 11 años de mi vida, llamé a mi madre por su nombre y no por mamá.

Crecí siendo una mujer exitosa y motivada que siempre estuvo resentida  de su madre. Sentí que no me amaba tanto como a mis hermanos que vinieron siete años después de mí.

Crecí cerca de mi padre, pero siempre rechazando a la mujer que me dió la vida. No importaba cuanto mi pobre madre hiciera para acercarse a mí, yo rechazaba sus gestos con frialdad. Nunca me sentí cercana a ella.

Pasando el vínculo de una generación a otra

Cuando mis hijas vinieron a este mundo, mi madre me sorprendió. Ella se convirtió en la abuela que siempre habría soñado tener para mis hijas.

Ella es cariñosa, dedicada, divertida y juguetona. Mis hijas están locas por ella. A menudo me pregunto, ¿dónde estaba esta mujer cuando yo estaba creciendo?

Recientemente, tuve que enfrentar la decepción de perder a mi pareja. Para hacer frente a mi pena miré hacia mi interior. Contraté la ayuda de un terapeuta en California y otra en Toronto.

Jamás pensé que inadvertidamente descubriría la verdadera fuente de mi dolor.

Destapando lo oculto

No quiero desviarme del propósito de mi blog. Mi blog no es sobre mi ex compañero, pero es importante mencionar la fuente y el catalizador de mi sorprendente descubrimiento.

Siempre tuve esta inexplicable necesidad de proteger, proporcionar y consolar a mi ex pareja.

Lo animaba a convertirse en una mejor persona. No importaba el daño que él me hiciera, yo miraba el interior de su alma y encontraba una manera de perdonarle.

Era como si me hubiera convertido en la madre y él en el hijo. Sólo una madre puede ver los defectos de su hijo y todavía amarlo.

Pensé: “Si me convierto en su salvador, su todo, él nunca me dejará.”

¡Incorrecto!

En una de mis sesiones, le pregunté a mi terapeuta su opinión acerca de las preguntas que me perseguían:

 “¿Por qué esta necesidad de proteger y proveer para él?”

“¿Por qué perdoné tanto?”

“¿Por qué quería ser su héroe?”

“¿De dónde viene esta necesidad?”

La respuesta cambió mi vida:

Me dijo: “Las cosas que quieres dar desesperadamente, son las cosas que más necesitabas cuando eras niña”.

Ella me explicó que necesitaba cambiar las huellas negativas que había desarrollado de niña. Sólo entonces así, dejaría de atraer a gente que  lastima y traiciona.

“Qué”??”

La explicación de mi terapeuta me sonó ridícula, pero yo decidí abrir mi corazón y mente, ver más allá, entender y escuchar realmente. Empecé a meditar y rastrear las huellas negativas de mi infancia.

Mi terapeuta me mostró cómo mis necesidades insatisfechas de niña se manifestaron hacia mi ex pareja. Sin darme cuenta, quería darle todo lo que yo había necesitado de niña.

Esto no es de ninguna manera excusa para aceptar lo que mi ex compañero me hizo.

Sin embargo, ya no se trataba de él sino de mí. De encontrar la raíz de mis acciones. Quería entender las razones por las que luché tan duro para mantener una relación que se había vuelto tóxica para mi vida.

Que locura verdad? Eso es lo que yo pensé también.

¡El rompecabezas finalmente tenía sentido!

Bien o mal, mi niña interior creció sin sentirse amada, necesitada y protegida por el ser que más necesité. ¡MI MADRE!

Lo que ahora sé que hubiese deseado saber antes…

Antes de que todos se asusten y sientan pena por mí, permítanme que sea clara. Me amaron mucho y tuve una gran infancia.

Lo que me faltó era el vínculo y el apego con mi madre.

Me doy cuenta de lo loco que todo esto suena. Por supuesto, sé que mi madre me ama, – Ella siempre lo hizo.

Racionalmente, entiendo por qué mi madre no podía estar allí para mí. Mi madre lo sacrificó todo para asegurarse de que yo tuviese techo y comida.

Pero como explicar esto a cualquier niño que desesperadamente siente la ausencia de su madre? Los niños no entienden esas cosas.

La niña en mí, erróneamente interiorizó que no era querida.

Sentí que yo no era  buena o amada suficientemente. Esas fueron las mismas heridas provocadas por mi ex pareja, que, como mi madre, no se encontraba disponible emocionalmente para mí.

Mi trabajo de regresión infantil es doloroso e iluminador al mismo tiempo. Ahora todo tiene mucho más sentido para el adulto que hay en mí. Para curar el dolor desencadenado por mi ex pareja, tuve que volver al pasado y tratar de curar el dolor de mi niña interior. Es mi niña interior que necesitaba rescatar, cuidar, amar y proteger.

Finalmente, me estoy dando el amor incondicional que tanto necesitaba y en este proceso, estoy aprendiendo a salvarme a mí misma.

Un homenaje a mi madre y a todas las madres

Mi madre hizo lo mejor que pudo de acuerdo su nivel de conocimiento. Las huellas se transmiten de generación en generación, y las huellas negativas heredaras por mi madre fueron trasmitidas en mí.

La infancia de mi madre fue marcada por la usencia y desamor de sus padres.

Curiosamente, mi madre pasó su niñez en un internado lejos de la calidez de un hogar y sin modelos para aprender a dar amor y afecto.

¡No fue su culpa!

No fue culpa de nadie. ¡Ahora lo entiendo!

Las cosas pasan por una razón.  Es como reaccionamos ante ellas, lo que nos eleva como seres humanos.

Hoy veo las cosas más claras. Ahora, puedo dejar de lado las percepciones equivocadas y el resentimiento hacia mi madre.

Estoy aprendiendo a perdonarla por no haberme amado de la manera que yo necesitaba.

Sé que mi madre me quería de la manera que pudo. De la misma forma, estoy aprendiendo a perdonarme por todo el dolor que mi falta de entendimiento le ocasionó.

Ahora veo a mi madre con ojos de empatía, amor y gratitud por todo lo que hizo y hace cada día por mis hijas y por mí.

Aprecio las cosas como realmente son. Finalmente puedo empezar a derribar los muros que me impedían dejar entrar a la mujer que tanto sacrifico por mí.

Veo con ojos de admiración a esta mujer cuyo cuerpo cansado está envejeciendo. El resentimiento se ha ido, y se ha reemplazado con amor en mi corazón.

Mi padre a quien no he mencionado en este blog, se convirtió en alcohólico, incapaz de cuidar de sí mismo o de nosotros. Mi madre sacó adelante nuestro hogar.

Ella trabajó toda su vida, a veces muchos trabajos a la vez, para poder darme una oportunidad en la vida.

Sí, realmente no tuve una mamá que me llevara al parque. No tuve una mamá que me cobijara por las noches. No tuve una mamá que me ayudara con mis tareas. No tuve una mamá que me bañara de besos y abrazos. Pero si tengo una mamá que me amó de la manera que ella conocía mejor, a través del sacrificio.

Mi madre personifica la dedicación, entrega, generosidad y perdón.

Lo mejor de este proceso de mi camino a la sanación ha sido encontrar partes de mí misma que nunca supe que tenía.  En medio de la perdida encontré el amor.

Encontré mi cordón mágico!

Encontré a mi madre. Ahora sé que mi madre me ama,

Te amo Mamá. Feliz día de la Madre.

Un agradecimiento especial a mis mentores de transformación espiritual:

Sabrina Heartsong www.sabrinaheartsong.com

Danielle Furlan www.daniellefurlan.com