Celebré mi 51 cumpleaños en Mayo. El cumpleaños de este año tuvo una dosis extra de maravilla ya que también fue el Día de la Madres aquí en Canadá. Tuve el privilegio de celebrar la vida y ser madre todo al mismo tiempo.

Cumplir medio siglo de juventud, como me gusta decir, es un gran privilegio. Por lo general, a este punto, muchos de ustedes ya tienen el nido vacío y sus hijos se han ido. Para algunos de nosotros, nuestros hijos han alcanzado un nivel de independencia que requieren menos de nuestro tiempo. Entonces, comenzamos a preguntarnos de qué se trata nuestras vidas ahora que nuestros hijos necesitan mucho menos de nosotros.

El día de mi cumpleaños me desperté emocionada. Los cumpleaños siempre han sido algo importante para mí y, especialmente en este día, tuve tiempo para pensar profundamente. Es por eso que decidí escribir este blog para ti, para abordar algo que creo que muchos pueden relacionarse: los temores que pueden surgir con el envejecimiento. No voy a negar que hay temor cuando cruzas la línea de las 50 yardas, pero también hay una gracia que viene con ello. Entonces, mi objetivo de compartir este mensaje es para darte un llamado de acción, especialmente a aquellos de ustedes que están cerca o han cruzado la línea de los 50, para que no la teman sino para que la acojan.

Para algunas personas, especialmente las mujeres, llegar a los 50 viene acompañado de miedos e incertidumbres. Aunque estamos viviendo vidas mucho más largas, llegar a los 50 es el umbral en el que uno empieza a reflexionar sobre la vida y todo lo que ella conlleva. La cincuentena suele ser el punto en el que nuestras inseguridades pueden magnificarse. Sentimos el miedo a envejecer. Parece que hay un crítico en nosotros al que le encanta señalar constantemente todos los aspectos negativos del envejecimiento.

Para algunas personas, los cumpleaños no son celebraciones sino el recordatorio anual de la terrible realidad de lo que más temen: envejecer. Mi madre temía cada cumpleaños que pasaba. Recuerdo cuando cumplió los 50 años. Estaba deprimida y lloraba. Enfrentó esa etapa de su vida con resistencia y miedo. Ella dijo,

“Ahora tengo menos años por delante que por detrás,” como si ella supiera algo que yo no sabía.

Recuerdo haberme preguntado: “¿Cumplir 50 es tan horrible?” El envejecimiento siempre fue un gran temor para ella, especialmente porque había pasado su vida cuidando su piel y su apariencia.

Ahora que estoy aquí, puedo relacionarme. Es verdad. Tan pronto como cruzamos la línea de las 50 yardas, nos volvemos más conscientes de las arrugas y las canas que aparecen. Yo fui culpable de tal. Conduciendo en el automóvil con mis hijas y mi ex-esposo para celebrar con una cena ese día, miré la hermosa foto que me tomaron momentos antes. Me acerqué y la crítica en mí comenzó,

“¡Ay Dios mío! Puedo ver muchas arrugas.”

¿Cuántos de ustedes han hecho eso? Somos críticos y poco amables con nosotros mismos. ¿Qué hay de los momentos en que miramos fotografías del pasado y anhelamos la forma en que solíamos vernos y sentirnos?

Mi ex-esposo rápidamente me recordó que me mantuviera en mi zona de gratitud.

“Cuando tengas entre 70 y 80 años, mirarás esta foto y desearás lucir como lo haces ahora.”

Que gran verdad. “Sí. Tienes razón,” dije mientras seguía mirando la imagen, pero ahora a través de lentes diferentes. Cada arruga tenía una historia y una razón. En lugar de mirarlas con ojo crítico, vi a la mujer hermosa, madre, guerrera, luchadora, sobreviviente, amante, escritora, amiga, maestra y portadora de sabiduría en mí.

Podemos Elegir cómo Reaccionar Ante el Envejecimiento

Podemos elegir cómo vamos a reaccionar ante lo que nos sucede. Podemos celebrar el envejecimiento como el privilegio que es, o podemos temerle como una cadena perpetua. Entrar en la etapa de los 50 tiene un lado edificante. Si lo permites y no te avergüenzas de tus años, también puede ser un punto de inflexión fortalecedor en el que nos sentimos cómodos en nuestra propia piel. Nos importan menos las apariencias y optamos por la comodidad.

Es la etapa en la que reconocemos que hemos pagado nuestras deudas y comenzamos a dejar que nuestra voz se escuche. Nos volvemos más valientes y aceptamos vivir nuestras vidas auténticamente sin pedir disculpas. Buscamos conexiones reales que realmente importan, ordenamos el desorden en nuestras vidas y empezamos a creer finalmente en nuestra fuerza, nuestra sabiduría y poder.

Mientras me acostaba en la cama esa noche, tantas etapas de mi vida pasaron ante mí.

La Etapa de la Mascarada:

Me vi a mí misma en mis 20s y 30s años, la chica joven, vibrante, hermosa y súper en forma física. Pero esa también fue mi escenario de máscaras. No sabía quién era, quizás porque en el fondo no me gustaba quién era y en lugar de hacer el trabajo interno de descubrirme, opté por algo más fácil. Probé muchas máscaras y las usé tanto tiempo que olvidé quién era realmente debajo de ellas. Me había esforzado tanto para ser alguien más menos yo. Se me daba bastante bien ser el camaleón, amoldándome a lo que pensaba que los demás querían que fuera para obtener su afecto y aprobación.

La Etapa de Armadura Egocéntrica:

Después mi mente vagó a mis 40s. Sí, esa fue una etapa muy vanidosa para mí de embellecimiento, apariencia física, autocomplacencia, pero también de mucho miedo. Se puede decir que esta fue mi Etapa Armadura y Egocéntrica. Me vestí de armadura para protegerme de cualquier cosa que pudiera lastimarme y me volví realmente buena escondiéndome detrás de la espesura de los escudos, nunca permitiéndome confiar completamente, pertenecer o amar.

Mi mayor proyecto durante esta etapa fue admirarme desnuda en el espejo y buscar la felicidad a cualquier precio. Desafortunadamente, ambos deseos fueron impulsados ​​por la programación social que nos dice que verse bien es ser piel y huesos y que la felicidad es algo que se obtiene externamente. Puedes imaginar cómo luché y fracasé en ambos. Esta es la etapa en la que más sufrí, más me odié y más me lastimé.

La Etapa del Renacimiento:

Pero acostada en la cama la noche del 8 de Mayo, pensando en el maravilloso día que tuve y sintiéndome la mujer más afortunada del mundo por la vida bendecida me ha regalado Dios, me di cuenta de que esas etapas previas que a menudo solía querer olvidar y borrar, fueron mis peldaños para llegar a sentirme tan completa. Esas etapas de dolor, lucha e insatisfacción son las que me llevaron a lo que considero, mi Etapa de Renacimiento. La vida después de los 50 ha sido mi etapa de curación, autodescubrimiento y, en muchos sentidos, de iluminación. Realmente puedo decir que he regresado en círculo completo a lo que estaba destinada a ser. Estoy en paz con la persona que he descubierto y estoy aprendiendo a amar a quien encontré.

Celebrando Envejecer

Entonces, este mensaje es para ti, en celebración de envejecer con gratitud y fe en lo que está por venir. Creo que cuando vivimos la vida al máximo, sin remordimientos, siendo dueños de nuestras pifias y haciendo reparaciones, celebrando los altibajos —si vives desde ese lugar agradecido, entonces envejecer no debería ser algo a lo que temer porque vivimos una vida bien vivida.

La vida después de los 50 prepara el escenario para algo muy poderoso en cada uno de nosotros. Envejecer no tiene por qué ser aterrador. Nuestros años cincuenta marcan la edad de la sabiduría y la etapa en la que finalmente comenzamos a sentirnos en paz con quienes somos y representamos. La vida después de los 50 para mí se trata de vivir sin vergüenza ni culpa. Se trata de vivir nuestra verdad y permanecer firmes en lo que creemos sin tener que comprometer o vender ninguna parte de nosotros mismos para ser amados y aceptados.

Se trata de estar en paz con la incomodidad de no saber a dónde nos lleva la vida, pero estar emocionados por la perspectiva de la aventura que nos espera. Se trata de aceptar que decepcionaremos a algunas personas en el camino cuando no compartimos sus opiniones y creencias y sí, se trata de ser valientes para correr el riesgo de perder conexiones porque amamos y creemos de manera diferente.

Ahora es tu momento de acoger tu sexualidad con la madurez y la gracia que solo puede provenir de la experiencia de una persona que ha amado y sufrido profundamente. Confía en tu intuición y establece los límites que pudiste haber tenido miedo de establecer antes. Esta es tu etapa para ser vulnerable, para ser visto y mirar el miedo a los ojos y aun así saltar hacia tus sueños.

Mientras mis ojos luchaban por mantenerse abiertos y mi mente se cansaba de la introspección, al revivir todas aquellas etapas de Waleuska, cerré los ojos agradeciéndole a la Vida y al Universo por 51 maravillosos años. “Gracias por la alegría, la risa, las bendiciones, la protección, las lágrimas, la enfermedad y la pérdida. Me lo llevo todo.”

Y con esa oración de agradecimiento cerré los ojos para dormir con plena confianza y amor por lo que me espera, sabiendo que lo mejor está por venir.

Con gratitud, Waleuska