Escuché al predicador, Joel Osteen decir el otro día que Dios nos encuentra al nivel de nuestras expectativas.

Sí, hay poder en nuestras expectativas. Cuando uno espera lo bueno, encuentra lo bueno. Cuando caminas esperando lo malo, encuentras lo malo.

Existe una correlación directa entre nuestras expectativas y la calidad de vida que tenemos.

Por ejemplo, hay personas que son impecablemente optimistas. No importa qué adversidad enfrenten; tienen la absoluta convicción de que saldrán del otro lado. Mi abuela, Rosita, era así. A pesar de convertirse en viuda muy joven, con cinco niños y una madre que mantener por su cuenta, nunca entró en pánico. Ella les proporcionó suficiente y les crió a todos haciéndolos miembros productivos y profesionales de la sociedad.

Cuando se le preguntó cómo se las arregló sin miembros de familia para ayudarla económicamente, sin asistencia social, y en un tiempo en que las mujeres no estaban tan equipadas para la fuerza laboral, ella dijo: “Sé que mi Dios siempre proveerá”.

Ella nunca perdia su fe. De alguna manera, tenía la inquebrantable expectativa de que su vida y la vida de sus hijos estaban en manos más altas. El Señor es mi pastor, nada me falta, era su mantra. Ella realmente creía que su vida era guiada y protegida, por lo que nunca temió el fracaso. Siendo la emprendedora que era, creó algunos negocios y tuvo éxito por su cuenta. Según a su fe, así se le hizo.

Al igual que ella, hay personas que viven con la expectativa que grandes cosas les sucederán. Creo que las expectativas crean la amplitud energética necesaria que atraen grandes cosas a sus vidas. Todos hemos oído hablar de personas que han construido vidas increíbles a pesar de sus humildes inicios. Hay personas que han creado riquezas increíbles, las han perdido y las volvieron a hacer; personas como Steve Jobs, Martha Stewart, W. Herbert Hunt y Walt Disney, por nombrar algunos,

¿Qué tienen en común estas personas? No son impulsadas ​​por el miedo. En cambio, tienen una expectativa innata de que, no importa lo que enfrenten, creen que se recuperaran, y lo hacen. De nuevo, de acuerdo a sus expectativas, así se les hizo.

¿Hay algo real en eso? ¿Podría ser que cuando esperamos ser guiados, proporcionados y protegidos, encendemos el poder del Universo para hacer precisamente eso?

Por otro lado, tenemos personas que hacen lo contrario. Los Pesimistas que pasan la vida constantemente esperando que las cosas salgan mal. A menudo no son conscientes de cuán negativas son sus expectativas. Lo que los pesimistas no saben es que sus expectativas inconscientes son la razón que los mantiene estancados. Incapaces de cumplir el llamado de sus vidas porque siempre esperan que las cosas salgan mal; “Va a ser un invierno terrible. Voy a reprobar esta clase. Se acerca la temporada de gripe. Con mi suerte, me enfermaré. El tráfico va a ser horrible hoy. Las cosas me están yendo tan bien ahora que me temo que no durarán. Esto es demasiado bueno para ser verdad. Nada bueno dura para siempre. Eso nunca podría pasarme a mí.”

¿Alguna de estas declaraciones te suenan familiar?

¿Qué hay de los Conformistas? Personas que no esperan nada malo, pero tampoco esperan nada bueno. El problema con estas personas es que al mantenerse neutrales, simplemente atraen lo que suele estar al azar. No están creando activamente nada para sus vidas.

Por último, pero no menos importante, están las personas a las que llamo Los Cautelosos que conscientemente pasan la vida jugándosela a lo seguro. Las personas cautelosas trabajan duro, tienen expectativas para sí mismos y objetivos que alcanzar, pero nunca se atreven a soñar demasiado grande. Las personas cautelosas se limitan a esperar las grandes cosas, los grandes saltos, la abundancia, el éxito — todo debido al miedo a decepcionarse si las cosas no suceden.

¿Pero que si sucediesen?

Las personas cautelosas se contentan con lo bueno suficientemente. Te daré un ejemplo que sucedió recientemente que está cerca a mi corazón. Mi hija, Victoria, es jinete ecuestre. Ella ha estado trabajando duro durante mucho tiempo para competir y calificar en una prestigiosa competencia. Sin que Victoria lo supiera, su caballo no se sintió bien en el transcurso del espectáculo y sufrió de gran ansiedad en ese ambiente agitado. El caballo se negó a hacer algunos de los saltos que hicieron que Victoria no calificara, excepto en una de las competiciones. Victoria ganó el primer lugar y fue un momento hermoso para ella y un gran logro a su joven edad haber sido la primera contra las mejores participantes de su división.

Después del hecho, le pregunté a Victoria si estaba decepcionada al no haber calificado en las otras dos rondas debido a la ansiedad de su caballo. Ella respondió que estaba triste, pero que también estaba tranquila porque su meta era qualificar en al menos una de las rondas. Curiosamente le pregunté a Victoria por qué solo espero qualificar al menos en una y no en todas.

Victoria dijo que como era la primera vez que asistía a esa competencia, a ese nivel, sabiendo que habrían muchas competidoras fuertes, simplemente no sabía qué esperar. “Tenía miedo de desear mucho y salir decepcionada después”. Claramente, por cualquier razón, inconscientemente, Victoria no se creía lo suficientemente buena o lo suficientemente digna como para calificar en todas las rondas.

Mi impresión hacia ella es ¿por qué limitarse? ¿Por qué no esperar lo mejor y saber que mereces cualificar en todas porque eres igual de buena o mejor que los otras atletas? “No se trata de las otras jinetes de todas maneras, sino de ti misma y tu talento. Le recordé a Victoria que nació para salir victoriosa de todo lo que hace desde su corazón, ¡así en profecía del nombre que lleva!

A veces, nuestra necesidad de preservación personal contra el fracaso y la desilusión nos priva de nuestro derecho de nacimiento a esperar y tener magníficas bendiciones. Todos somos culpables de vez en cuando de adoptar uno o todos estos tipos de personas. Lo importante es decidir cuál elegirás conscientemente a partir de ahora.

Nuestras expectativas establecen los límites de la vida que tenemos. Cuando era una niña, mi padre me sentó y explicó que la vida no tiene favoritos. “A menudo te da lo que le pides”, dijo. Así que me enseñaron a una edad temprana a siempre esperar grandes cosas para mi vida y hasta ahora, he sido bendecida en abundancia. Por supuesto, no me han dado nada gratis. He tenido que trabajar por lo que tengo. Pero realmente creo que es mi expectativa de ser siempre exitosa lo que me permite a menudo sobrellevar los obstáculos en mi camino.

Si esperamos poco de la vida, obtenemos poco. Si esperas que las cosas no mejoren, es probable que no lo haran. Conozco personas que cuando se enferman esperan enfermarse durante días. Simplemente tienen una creencia innata de que no pueden sanar rápidamente. Otros creen que son tan saludables que apenas se enferman.

Adivina quién tiene la razón?

¡Ambos!

El poder de la expectativa es crítico en tu vida, pero también es tu capacidad de creer que eres digno de las cosas que esperas. Si inconscientemente no te crees digno de tener esas cosas, negarás todas las expectativas que tienes. Es una ley universal que no obtenemos lo que queremos, sino lo que creemos que merecemos recibir.

Terminaré con un último ejemplo, una lección de mi canino, Coco, que entiende el concepto de esperar y de merecer en grande.

Coco, es nuestra hermosa Shih Tzu, y debido a su cabello, ella va al spa todos los jueves por la mañana para limpiarse. Siendo la princesa que es, Coco es llevada al spa en carro por la mañana y es recogida por la tarde también en carro.

Un jueves en particular, Coco fue puesta con su correa lista para ir a su cita. Como estaba yo fuera esa mañana, le había pedido a una amiga que la llevara caminando al spa. Sucede que llegué al mismo tiempo en que sacaban a Coco de la casa.

Tan pronto como Coco me vio en mi auto, ella se apartó de mi amiga que sostenía la correa y se dirigió hacia mi. El esfuerzo de mi amiga para tirar de la correa para llevar a Coco hacia la calle no estaba funcionando. Cuanto más tiraba mi amiga de la correa, más convicción tenía Coco de tirar para el otro lado. Se convirtió en un juego de tira y afloja. Coco tiró con todas sus fuerzas, me miró y con su discreta elegancia y seguridad se detuvo frente a la puerta trasera esperando que se le abriera.

Nos reímos.

La expectativa de Coco era ser conducida y no tenía miedo de mantenerse firme en ello. Coco sabe que cada semana que se le lleva al spa en auto, ¿por qué esta vez sería diferente?

En la mente de Coco, ella sabía lo que quería, lo que merecía y no iba a conformarse con nada más que lo que había llegado a ser, para ella, su derecho dado de ser conducida.

Ahora, ¿por qué no podemos hacer lo mismo con nuestras vidas?

Por divertido que pueda sonar esto, es una lección. Mi hija menor estaba en la parte de atrás viendo esto, y nos reímos al ver cómo Coco sabía lo qué esperar de su vida. Coco no cedió a las constantes tracciónes de la correa.

¿Porque lo hacemos nosotros?

¿No deberíamos ser más firmes contra nuestros desvíos y desafíos diarios? Coco esperaba en grande, y no se dejó persuadir a cambiar de expectativa. ¿Por qué dejamos que las cosas y las circunstancias nos desvíen de nuestra expectativa de recibir las grandes cosas de la vida?

Pregúntate, ¿estás siendo persuadido demasiado rápido al ser empujado a caminar? ¿o eres tenaz a mantener tu posición en el camino que sabes que es el que mereces?

A menudo flaqueamos y no nos mantenemos firmes en nuestras convicciones. La vida nos da exactamente lo que le pedimos, ni más ni menos. Entonces, ¿cuánto estas comprometiendo de tus metas, valores y sueños cambiando de dirección debido a los tirones que obtienes de la correa de la vida?

Aprendamos de Coco. No permitas que la correa de tus circunstancias te aleje de tus expectativas. El hecho de que tus condiciones y situaciones actuales te digan que no debes soñar en grande, que no tiene posibilidad a suceder, no significa que sea imposible. Puede parecer imposible si eliges permanecer atado a lo que dictan tus condiciones actuales en este plano ordinario. Pero cuando esperas en grande y te mantienes en fe, entras al plano sobrenatural del Universo. Manténte firme. Se lo que esperas de la vida y no te conformes con una segunda mejor opción.

Para tener éxito en tus sueños, tu comportamiento debe coincidir con tus expectativas con la fe absoluta, la confianza y la determinación que no conoce derrota.

Sé implacable en tus sueños. El universo no te hizo para la mediocridad. No estas destinado a conformarte con el segundo mejor o lo suficientemente bueno. Eres merecedor de tener grandeza, salud, abundancia y alegría en tu vida.

Volviendo a la historia del tira y afloja de Coco. Adivina quién ganó?

Sí, lo has adivinado bien.

¡Terminé conduciendo a la princesa Coco al spa y todo porque esta pequeña sabía lo que se MERECÍA!

Con gratitud,