Traición. Esta palabra de ocho letras evoca sentimientos tenebrosos. La traición es uno de los dolores más profundos que atravesamos los seres humanos porque nos golpea en el centro de nuestra capacidad de amar y confiar.

Cuando inicie en mi relación sentimental, fue con una confianza implícita. En mi mente, estaba formando un contrato invisible, o lo que llamo un acuerdo de almas. Supuse que tanto yo como mi pareja llegamos a la relación con intenciones puras de compartir una vida, de ser fieles y actuar con las mejores intenciones el uno con el otro. Para mí era evidente que nos amaríamos mutuamente. Hubo un entendimiento tácito en mi mente de que la persona que yo amaba nunca me lastimaría intencionalmente.

Si algún día has tenido el infortunio de saber lo que es la traición, entenderás lo amargado y herido que uno se siente cuando lo traicionan.  A menudo, en la devastadora secuela de este roto pacto, no solo nos encontramos dudando de la persona que nos traicionó, sino también de nosotros mismos.

El impacto es tan grande que no podemos discernir qué es real porque todo lo que pensábamos que era cierto acerca de nuestros días, nuestras vidas y lo que sabíamos sobre la persona más cercana a nosotros no es verdad.

La base sólida sobre la que nos solíamos parar se derrumba repentinamente debajo de nuestros pies. Lo que queda no es más que un gran abismo y está oscuro allí.  Nos dejan el alma al descubierto, insegura, confundida y peor, sintiéndonos traicionados. No creo que soy única, todos hemos vivido la traición en algún momento de nuestras vidas. Pero tal vez lo que aprendí de la traición me distinga y me siento honrada de poder compartirles las lecciones que la traición me ha enseñado:

Asumiendo la Responsabilidad de mi Propia Vida:

Aprendí que yo y solo yo soy responsable de todo lo que sucede en mi vida. Esto fue difícil de aceptar para mí. Puede ser que lo sea para ti también. Pero cuanto antes lo comprendas, más rápido podrás comenzar a sanar tu corazón.

Aprendí que todo lo que vivimos, lo bueno y lo malo, lo creamos nosotros mismos. Somos los creadores y, como tales, somos totalmente responsables de cada evento, acción y circunstancia en nuestras vidas.

Aprendí que las acciones, decisiones y elecciones que tomamos llevan consigo una consecuencia que nos lleva a todas las cosas que enfrentamos.  Nadie nos obliga.

Aprendí que somos seres infinitos, espirituales y que nuestro campo de energía está compuesto por poderosas ondas de vibración que están influenciadas por nuestros pensamientos, emociones y experiencias. Por lo tanto, atraemos lo que resuena, o lo que está en armonía con nuestro campo de frecuencia.

Aprendí que voluntariamente o no, yo al igual que tú, enérgicamente creamos y atraemos cosas hacia nuestra vida: lo bueno, lo feliz, lo feo, lo doloroso, el amor, el dolor, la traición, todo en su totalidad. La verdad es que, consciente o inconscientemente, creé las circunstancias perfectas para que esta persona apareciera en mi vida a traicionarme.

Aprendí que nunca se desperdicia el dolor ni el sufrimiento a menos que elijas perder la lección. Todo lo que sucede, sucede por una razón. No hay coincidencias. Este es un concepto crucial que debes entender porque si logras entenderlo, podrás cambiar tu vida volviéndote más consciente de lo que estás creando en tu vida.

Aprendí que siempre hay señales si eliges verlas. Nadie puede lastimarte repetidamente a menos que tú lo permitas. Para mí, las señales estaban en todas partes y, como dice el refrán, “No hay peor ciego que el que no quiere ver.” ¡Esa era yo! Para mí fue más fácil anestesiarme que asumir mi responsabilidad.  Me cegué y me condicioné a ver solo lo que convenientemente quería ver.

Así que recuerda, nada de lo que enfrentas debería llegarte de sorpresa porque tú eres el que lo creó. Como dijo Neville Goddard, “Es imposible que algo suceda fuera del contenido de la conciencia.” 

Los Dolores más Profundos a Menudo Pueden Conducir a Nuestras Mejores Bendiciones:

Aprendí que nosotros creamos el ambiente perfecto para que las personas entren a nuestras vidas para amarnos, lastimarnos, enseñarnos y para ayudarnos a evolucionar. Aprendí que así como algunas rocas son diamantes, las experiencias dolorosas también pueden ser bendiciones encubiertas. Del mismo modo que se requiere altas temperaturas y presión extremas debajo de la tierra para hacer que esas rocas se transformen en las hermosas gemas que son, también se requiere dolor, decepción y ruptura del corazón para aprender, para transformarnos y evolucionar.

Aprendí que el Universo usa todos los medios necesarios para llamar nuestra atención y a menudo utiliza experiencias dolorosas para despertarnos. El Universo utiliza a personas, especialmente aquellas con las que somos más íntimos, como espejos para reflejarnos las cosas que hemos escondido en lo más profundo de nuestras almas. Cuando el Universo siente que estamos listos para la lección, reflejara los espejos para que podamos ver lo que se necesita ver.

Según las palabras de Jesús transcritas por Didymus Judas, “Reconoce lo que está a tu vista y lo que está oculto será evidente para ti.”

Aprendí que el Universo usó a la persona que me traicionó como un espejo para reflejar mis heridas y creencias más profundas. Cuando hablan de la tormenta perfecta, yo la tuve.  No estoy excusando la traición de esta persona, pero ahora entiendo lo que no podía antes entender. Esta relación, individualmente, sacó a la luz todas las cosas que necesitaba enfrentar y sanar: los condicionamientos de mi infancia, mis creencias limitantes, mi falta de amor propio, mi miedo a estar sola y mi miedo a no ser auto suficiente. Sí, ese hombre fue la tormenta perfecta.

Aprendí a dejar ir el dolor y la tristeza que sentía por mi traidor y, en cambio, siento gratitud y empatía. Gratitud por las lecciones que aprendí porque fue en esta traición que mi alma se abrió para poder finalmente iluminar y sanar mis heridas y empatía porque esta persona fue elegida por el Universo para ser el villano en mi historia. Él fue para mí lo que Judas fue para Jesús.

No Puedes Cambiar a Nadie:

Aprendí que incluso todo el amor en el mundo no hubiera sido suficiente para cambiar a esta persona. Tu puedes pensar que tu amor puede salvarlos y transformarlos para que se conviertan en la persona que necesitas que sean. Créeme. No puedes. Mi sabia hija dice: “Las personas no pueden cambiar a las personas a menos que ellas quieran cambiar.” Solo esa persona puede hacer cambios y para que se produzcan cambios, hay que tener deseo de cambiar.

Aprendí a aceptar que nunca sabré por qué esta persona actuó de la manera en que lo hizo y eso está bien. No necesitamos saber las respuestas de todo lo que pasa. Algunas veces las cosas simplemente son así. A veces, la persona que más deseas es la persona de la que tienes que alejarte más.

Aprendí que solo porque algunas cosas suceden, no significa que estén destinadas a ser un hecho. Solo porque alguien viene a nuestras vidas, no significa que estaban destinados a quedarse. Aprendí a comprender que mi trabajo no consistía en arreglar lo que estaba destinado a quedarse roto.

Aprendí que si necesitas cambiar a alguien, esa persona no es la persona adecuada para ti. Una relación consciente e igualitaria está arraigada en la aceptación mutua. Por favor, no pierdas tu valioso tiempo tratando de cambiar a nadie. Será una batalla difícil.

Cambiando las Historias que nos Decimos a Nosotros Mismos:

Aprendí que las cosas que una vez busqué obtener de otros: la felicidad, el respeto, la realización, la validación y el amor no se pueden esperar de nadie más que de mí misma.

Aprendí que nadie puede ser responsable de mi felicidad. Cuanto más me presento ante la vida completa y realizada, mayor es mi probabilidad de atraer a alguien igualmente feliz, completo y evolucionado.

Aprendí que vivimos en una realidad reflexiva y para atraer a nuestro compañero ideal, primero tenemos que convertirnos en todas las cosas que queremos ver en nuestra pareja.

Aprendí que antes de poder confiar en un hombre nuevamente, primero tenía que aprender a confiar en mí misma. Déjame decir esto otra vez. Aprendí que antes de poder confiar en un hombre nuevamente, primero tenía que aprender a confiar en mí misma.

Antes de poder abrir mi corazón nuevamente, primero necesitaba aprender a amarme y a perdonarme a mí misma.

Aprendí a despojarme de la falsa ilusión romántica. Ninguna persona que entra en nuestras vidas puede completarnos, hacernos sentir amados y validados. Esa es solo una fantasía que aprendimos de las películas románticas que vemos.

Tom Cruise realmente hizo un número en muchas de nosotras en Jerry Maguire (1996) cuando le dice a Dorothy Boyd (Renee Zellweger) “Tú me completas.” La verdad es que incluso en ausencia de cualquier relación, tú ya eres COMPLETA, AMADA y PLENA 

Aprendí que no puedo exigirle a nadie que llene mi taza vacía o exigir que cumplan con mis necesidades no satisfechas. La responsabilidad de todo eso comienza y termina conmigo.

Aprendí que todos tenemos un trayecto individual y que solo porque tenemos un compañero no significa que podamos combinar o renunciar a nuestra trayectoria. Sin embargo, podemos elegir caminar nuestros viajes INDIVIDUALES juntos. Escucha esto y entiéndelo bien,

Nadie puede hacerte sentir más de lo que tú sientes por ti mismo. 

Aprendí que no puedes esperar a tener una relación romántica para comenzar a sentirte enamorado. No puedes esperar a que la riqueza llegue para sentirte agradecido. No puedes esperar a tener a alguien para comenzar a disfrutar de la vida. Para atraer y manifestar el tipo de pareja y la vida que deseas, primero necesitas SER esas cosas.

Aprendí que si me presento plena, realizada y alegre a cualquier relación, atraeré a la persona adecuada, una que es responsable de su propia felicidad, una que sea lo suficientemente valiente como para venir con su corazón abierto, sincero, comprometido y digno de compartir su vida conmigo

Nadie Puede Traicionarte sin que tú te Traiciones Primero:

Aprendí que cuando operamos en una baja vibración, nos dejamos desprotegidos a un campo de bajas frecuencias. Si hubiera estado en un estado vibratorio elevado, no hubiera habido la oportunidad para que esta persona entrara en mi vida o al menos que permaneciera en ella tanto tiempo como lo hizo porque las energías que vibran en diferentes frecuencias se repelan rápidamente.

Aprendí que si necesitas arriesgar cualquiera de tus valores fundamentales para estar con alguien, entonces ya te traicionaste a ti mismo. Cualquier relación que requiere que cambies alguna parte de ti mismo o comprometer alguna parte de quien eres, no es una relación consciente, amorosa y responsable.

Sí, fui traicionada, no una vez, pero muchas.  Y sí, no me lo merecía, pero antes de que esto sucediera, ya me había traicionado a mí misma.

Aprendí que somos nosotros los que enseñamos a personas cómo tratarnos. Cada vez que sufrimos daño, traición, rechazo, falta de amor y aceptación por parte de la persona que amamos, comprende esto: el 90 por ciento de las veces, el autor simplemente está reflejando lo que está dentro de ti. El perpetrador es simplemente una linterna que ilumina tu propia traición, tu propia falta de amor propio, auto aceptación y respeto por ti mismo.

Aprendí que la traición no se puede evitar. Sin embargo, cuando te presentas a la vida plena, segura de quién eres y de tu valor interno, es menos probable que atraigas a alguien que te traicionará.

Aprendí que las personas entran a nuestras vidas para reflejar simplemente lo que ya está dentro de cada uno de nosotros. Como dice mi maestra espiritual, Sabrina Heartsong, “Las relaciones que tenemos son un reflejo directo de la relación que tenemos con nosotros mismos”. 

Aprendí que para dejar de atraer seres de baja frecuencia que me lastimen y me traicionen, tengo que elevar mi estado de ser. Cuando elevas tu energía y vives en emociones de alta frecuencia como la gratitud, la aceptación y el amor propio, te conviertes en un imán para los milagros.

Aprendí que las personas solo pueden amarte a la capacidad que tienen ellos para amarse a sí mismos.

¿Lo entendiste?

Detente, y léelo nuevamente.

Sí, las personas solo pueden amarte tanto como se quieren a sí mismos.

Esto también significa que muchas veces la forma en que una persona te trata no tiene nada que ver contigo. Así que aprende a sentir empatía por aquellos que sienten la necesidad de engañar, mentir y traicionar porque ellos son incapaces de sentir el amor verdadero.

Aprendí que para sentir y vivir el amor puro, uno debe amar sin apegos. Nadie me pertenece.

Aprendí que la gente estará conmigo mientras esté en su contrato de alma que estén conmigo. Si las cosas y las personas son una vibración positiva, compatible, entonces no importa qué desvíos o desafíos surjan, se quedarán siempre en mi vida. Si se van, no estaban destinados a ser para mí.

Aprendí que no siempre tengo que ser la que da sin recibir. La persona adecuada que me amará querrá dar y demostrar amor sin que yo tenga que pedirlo.  Aprendí que nada real puede ser amenazado.

Aprendí a confiar en el Universo y a estar agradecida por las puertas que el Universo cierra para mí. A veces las cosas nos suceden para impulsarnos y prepararnos para la vida de nuestros sueños. En mi caso, el Universo sabía más que yo. Si la traición no hubiera sucedido, me hubiera quedado en una vida que no estaba a la altura de la que el Universo había planeado para mí.

Aprendí a no dejar que mi traición defina quién soy y cómo voy a amar o confiar nuevamente. No vivo en la narrativa de que fui traicionada. Fue solo un pequeño capítulo en mi vida y no es todo lo que soy y seré.

Aprendí a apreciar la traición porque trajo consigo una valiosa lección que me enseñó en la oscuridad lo más grande de mi luz.

Aprendí que el amor puede volver a entrar en nuestra vida desde los lugares más insólitos y que las mejores cosas de la vida se producen cuando menos lo esperamos.

Mi consejo más sincero, no fuerces lo que no es, no nades contra la corriente. Cosas que son destinadas deben fluir sin dificultad.

Mantente positivo, mantente abierto. ¡Nunca se sabe cuándo del cielo saldrá el destello!

Aprendí que incluso después de un golpe devastador al corazón, nuestro corazón es verdaderamente invencible, adaptable e incluso con sus grietas y moretones se regenera y se cura a sí mismo.

Afortunadamente, nuestros corazones encuentran una manera de amar de nuevo porque, después de todo, como me dijo una mujer sabia, ¡EL AMOR ES TODO LO QUE HAY! 

Con gratitud,