“El perdón se trata de empoderarte a ti mismo, en lugar de empoderar al pasado” – T.D. Jakes

¿Hay alguien en tu vida a quien deberías perdonar?

Perdonar es lo más difícil que podemos hacer. Las personas que han sido profundamente perjudicadas a menudo sienten que no pueden y no deben perdonar. Si eres uno de ellos, no estás solo.

Todos hemos sido heridos, algunos más que otros. No somos ajenos a las amargas decepciones. ¿Pero te has preguntado qué es lo que duele?

¿Es el asalto el que nos lastima o es la relación que tenemos con el perpetrador que nos hiere?

De todos modos, cuando heridos, todos nos sentimos traicionados y nuestra necesidad de retribución se apodera de nuestras vidas. Todos anhelamos justicia. Todos anhelamos escuchar el arrepentimiento de la persona que nos dañó. Todos sentimos la ira, la indignación, el resentimiento y el dolor. Y como si la infracción no fuera lo suficientemente dolorosa, a menudo nos atormentamos aún más con la vergüenza y la culpa de sentirnos responsables de alguna manera por no haberlo visto, por haber permitido que sucediera y tal vez por haber confiado tanto.

Independientemente de cual es tu batalla y del mal que te hayan hecho, déjalo ir.

Sí, has leído esto correctamente.

DEJA ESO IR.

El camino más corto y seguro hacia una tumba es un corazón resentido.

Si deseas tener una vida de paz y alegría, debes aprender a perdonar.

Hay una gracia que nos invade cuando finalmente dejamos de lado las cosas que no podemos cambiar. No es que esté excusando o aceptando el comportamiento de aquellos que nos han lastimado y abusado. Seamos claros en cuanto a lo qué el perdón no es. Como dice el autor Gary Chapman, “El perdón no se trata de borrar tu memoria. El perdón no se trata de eliminar las consecuencias de las malas acciones. El perdón no se trata de reconstruir la confianza ni el perdón garantiza la reconciliación.”

¡Para mí, el perdón es un regalo que te das a ti mismo! El perdón se trata de amarte a ti mismo lo suficiente para liberarte del dolor. Se trata de dejar ir lo que no puedes cambiar. Se trata de renunciar a la esperanza de que las cosas hubieran podido ser diferentes. Se trata de liberarte del dolor, el resentimiento y la sed de venganza que envenena tu espíritu.

La parte más aterradora sobre el perdón es la noción errónea de que debes  enfrentarte al causante de tu dolor. No tienes que enfrentarlo o hablar con la persona que te causó dolor a menos que así lo elijas. El perdón es un trabajo interno y solo te concierne a ti. Es tu elección y puedes hacerlo completamente solo. ¡Créeme! He estado allí y he hecho eso!

Entonces, ¿cómo sanas tu vida y logras perdónar?

La forma más efectiva de deshacerte del resentimiento es encontrar algo sobre la experiencia por la que puedas estar agradecido. Encontrar el regalo en la experiencia, por más dolorosa que haya sido, cambiará tu perspectiva. Para mí, fue el poderoso acto de centrarme en lo que la experiencia me había enseñado y el agradecimiento por sus lecciones fue lo que me ayudo a encontrar suficiente compasión para eventualmente perdonar. Perdonar a aquellos que me habían perjudicado, pero más importante, perdonarme a mi misma por mis elecciones y decisiones.

Sí, GRATITUD es el primer paso para el perdón auténtico y, por lo tanto, la libertad.

Hay algo hermoso que sucede cuando decides que ya no serás gobernado por las experiencias y emociones del pasado. Como Joe Dispenza dice: “Cuando eliminas la carga emocional de una experiencia dolorosa, se convierte en sabiduría.” Así que hoy, me gustaría invitarte a convertir todo ese dolor, toda esa vergüenza y resentimiento, en sabiduría. Concéntrate en lo que te ha enseñado en lugar de lo que te ha quitado.

Con los ojos cerrados y la mano en el corazón, respira profundamente y exhalando lentamente, me gustaría que traigas a tu corazón la imagen de la persona y el evento que te ha lastimado. Cuando lo tengas, piensa en todas las cosas que esta experiencia te ha enseñado. No te concentres en el dolor, la decepción o la traición, eso solo prolongará tu sufrimiento. Concéntrate en la lección porque cuando te concentras en la lección, evolucionas.

Creo firmemente que cada experiencia se presenta para enseñarnos algo. Depende de nosotros buscar sus tesoros. A veces, sin darnos cuenta, nos volvemos adictos al dolor, pasamos demasiado tiempo molestos y resentidos por el mal que se nos ha hecho. Por supuesto que es normal sentir angustia por eventos hirientes. Lo que no es normal es revivir el evento una y otra vez en nuestras mentes. Somos el único mamífero en la Tierra que elige revivir y recrear en su mente nuestros eventos hirientes.

Cuando eliges recrear cosas dolorosas en tu mente, la fisiología de tu cuerpo tiene un impacto total y tu cerebro recibe la señal de emergencia y entra en un estado de lucha o huida y si permaneces repetidamente en ese estado durante un período prolongado, simplemente estarás condicionando tu cuerpo a ser adicto a esas emociones de baja vibración. Tu cerebro también aprende a producir más de los mismos químicos que coinciden con el estado actual de tus pensamientos y emociones de dolor, tristeza, depresión, etc. Es un tiovivo que eventualmente surgirá en forma de enfermedad en tu cuerpo.

Cada vez que eliges pensar en tu evento hiriente, tu cuerpo siente que está viviendo en ese momento pasado porque el no puede discernir que estas simplemente teniendo esa experiencia solo por medio del pensamiento; para el cuerpo es real. Tu frecuencia cardíaca aumenta, tu respiración se acelera, tu garganta se tensa, sientes la tristeza y tus lágrimas comienzan a fluir: sientes cada emoción como si estuvieras viviendo el evento nuevamente. Cuando piensas lógicamente en esto, ¿quién quiere pasar por ese doloroso evento nuevamente? Sin embargo, lo hacemos todo el tiempo.

Debes estar atento a tus emociones y pensamientos. En el momento en que encuentras la lección en la experiencia tan dolorosa como es, la carga emocional en ese evento o persona cambia y se debilita de inmediato. Cuando haces esto de manera consciente y consistente: interrumpes la historia que te cuentas en tu mente y comenzarás a transformar tu dolor en sabiduría.

No tengas miedo de dejar de lado las adicciones emocionales que tienes sobre tu pasado. Renuncia a la necesidad de venganza, cesa tu ansiedad por escuchar a esa persona pedirte perdón. No puedes controlar lo que alguien dice o hace. Ese camino no es tuyo, es de ellos. Lo único que está en tu poder es cómo continuaras reaccionando ante esa experiencia. ¿Seguirás adelante con tu vida o elegirás permanecer enojado y resentido porque no estás recibiendo la retribución que sientes que mereces?

“DEJALO IR Y DÉJASELO A DIOS” es una expresión poderosa.

Apréndelo.

Repítelo hasta que finalmente puedas llegar a ese lugar de paz: eso es lo que mereces y eso está bajo tu control. Creo que nadie se sale con la suya! Nadie tiene un viaje gratis en la vida. De una forma u otra, pagamos todo el dolor que infligimos a los demás. La vida, el karma tienen una forma interesante de asegurarse de eso, pero no depende de ti hacer que eso suceda. Las leyes del Universo son leyes de equilibrio, y como tal, finalmente cosechamos lo que sembramos. Puede que no seas consciente de cómo manteniendo el resentimiento puede causar enfermedades en tu cuerpo, pero confía en mí, lo es. Me pasó a mí.

No te estoy diciendo nada que no haya vivido yo misma. Mantuve tanto dolor dentro de mí por una experiencia horrible que casi me destruyó y el dolor y la ira se fueron convirtiendo en una enfermedad crónica, sí crónica, como la ira y la desesperación que sentía por mi agresor. La irritación que experimenté en mi piel fue un efecto secundario de la irritación que sentía por la persona que me traicionó tan descuidadamente. La enfermedad se manifestó de manera bastante intensa a través de mi piel de tal manera debido a la vergüenza que sentía por haber sido tan ciega y tolerante a su abuso. Si te sientes así, déjame decirte lo más fuerte y claro que pueda, ¡DETÉNTE! Ninguna persona, cosa, o circunstancia vale tu tranquilidad y salud.

 “DEJALO IR Y DÉJASELO A DIOS” Tu trabajo hoy es encontrar la lección, encontrar algo de esa experiencia que puedas sentirte agradecido. Ciertamente puedo decirte que después de haber hecho el trabajo, ahora puedo encontrar tantas lecciones que aprecio. Por muy loco que te parezca, he llegado a sentir que la relación no fue un error, sino que fue algo predestinado.

Si esa experiencia no hubiera sucedido, no hubiera conocido la verdadera oscuridad y sin esa oscuridad no habría descubierto cuánta luz y poder tengo y tú no estarías leyendo este articulo!

Cual es tu herida?

Cualquiera sea la oscuridad en la que te encuentras, abárcala. Respira luz y expresa tu gratitud por ella. Reconoce que solo a través de las grietas de tus heridas puede brillar tu luz; eso en sí mismo es algo por lo que puedes sentir gratitud. La vida se trata de elecciones. Solo tú puedes elegir aceptar el dolor, descifrar lo que está tratando de enseñarte y evolucionar.

Cambia tu perspectiva y deja que tu corazón sienta el agradecimiento que quizás, a pesar de la horrible violación o abuso que sufristes, estas aquí todavía para contar tu historia, para advertir y educar a otros y aun más fuerte por ello. Eres un sobreviviente, todos lo somos! Puedes estar agradecido de que esa experiencia te puso a prueba y tu no le dejastes que te destruyera.

Estamos en este mundo para evolucionar y trascender y parte de esa evolución es aprender a vencer nuestro propio sufrimiento. Pregúntate, ¿qué puedes aprender de tu terrible experiencia? ¿Qué cualidades surgieron como consecuencia de ello que no sabías que tenías? ¿Qué te ha presentado la vida que te lo hubieras perdido si te hubieras quedado en esa situación o estado de dolor?

Te sorprenderás de cuánto puedes llegar a apreciar y aprender de tus pruebas. Cuando eliges ver las cosas como predestinadas por el Universo para ayudarte a evolucionar, aprendes a ver las cosas como bendiciones, sí, incluso las que nos hieren.

No se si crees en los contratos de almas. Hay personas que vienen a tu vida para enseñarte lecciones: algunos vienen a ayudarte, otros vienen a amarte, otros vienen a lastimarte. Pero creo que todos esos encuentros importantes son contratos preestablecidos entre nosotros antes de encarnar y esos contratos se hicieron para ayudarnos a experimentar, aprender, evolucionar y ayudarnos a alcanzar nuestro destino final. Si esto es algo con lo que resuenas, seguramente puedes ver cómo uno puede apreciar incluso los contratos que llegan a lastimarnos, incluyendo a las personas que son elegidas para ser los infligidores de heridas, ¿no?

Me gustaría que pienses en los resultados que pudiste obtener gracias a esa experiencia. Tal vez ese punto hiriente en tu vida te enseñó a ser más consciente, más paciente, más analítico, más cauteloso. Quizás puedes econtrar la gratitud de que esta experiencia te enseñó lo que no quieres para tu vida. A veces, saber lo que no queremos es tan importante como saber lo que queremos.

Quizás puedes encontrar gratitud en las lágrimas que derramastes porque te ha demostrado que puedes ser fuerte. Considera por un momento tal vez que era el destino de esta persona ser el causante de tu herida y lo triste que es tener ese papel, por eso puedes mostrar compasión. Tal vez puedes encontrar gratitud porque esta experiencia te ha enseñado que puedes amar, sufrir y perdonar y que te amas a ti mismo lo suficiente como para liberarte de todo ese hiriente pasado.

¿Has considerado que tal experiencia te ha dado una idea directa de lo que una mentira puede hacerle a una persona y el dolor que puede causar? La gratitud se puede encontrar en que eliges nunca infligir ese mismo dolor a otro.

Voltea la página. No te quedes esclavo de tu ira y resentimiento. Por muy profunda que sea la herida, la vida continúa y las cosas no terminan después de un capítulo doloroso. Tú eres el creador y tú escribes tu propia historia y cómo va a terminar.

Cuando aprendes a sentir compasión por el papel que esa persona jugó en tu vida, bueno o malo, te ayuda a encontrar el perdón. Ten la compasión de que, por cualquier razón, esta persona fue elegida para ser el Judas en tu historia.

Si eres una persona “religiosa” o no, Judas es la analogía perfecta. Judas era alguien a quien Cristo amaba, alguien a quien Cristo eligió para ser su discípulo y, sin embargo, también fue elegido para ser su traidor. La traición de Judas fue preordinada, ya como pudo haber sido el caso de tu infligidor de heridas.

Las acciones de Judas fueron necesarias porque sin la traición de Judas, Cristo no habría podido cumplir la profecía de su muerte, resurrección y, posteriormente, la salvación del mundo según las Escrituras. Con demasiada frecuencia, lo que puede parecernos un acto malvado puede tener un componente divino adjunto. Como se dice, “Dios usó la ira de Judas y a través de la acción que hizo Judas, Dios trajo la salvación. Judas lo hizo para mal, pero Dios lo usó para el bien.”

Del mismo modo, me gustaría que consideraras, en lugar de estar amargado por el mal que te infligieron, que tal vez haya un plan maestro para todo. Puede que aún no lo veas, pero al sentir gratitud por este plan maestro, realmente sanas la herida. Cree que algo grandioso, algo mejor saldrá de tu dolor.

No pierdas ni un minuto más reviviendo experiencias dolorosas del pasado. No desperdicies tu presente y futuro repasando los oscuros momentos del pasado. Recuerda que después de cada tormenta el cielo se despeja. El Universo te ha dado todas las pistas en la naturaleza misma. Las noches más oscuras tienen el cielo lleno de estrellas. Siempre hay una luz que rompe la oscuridad y eso es lo que abre tu alma para transformarse. Los diamantes no se forman sin calor y fricción extremos.

Aprende acoger la tormenta y los arcoiris. Todos son parte de la naturaleza al igual que tus momentos dolorosos y felices. Acéptalo todo. Ama quien eres por tus experiencias. Te transformaron en el diamante que eres y, como tal, uno no puede odiar las cosas y las personas que te han convertido en la persona que eres.

Aprender a perdonar no solo es importante, sino necesario.

¡Perdona y permite que tu vida se transforme!

Con gratitud,